El
ser humano siempre ha tenido la necesidad de representar todo lo que le
rodea, el medio más ameno para realizar
este deseo era el dibujo . Los primeros dibujos se remontan en el Paleolítico , hace 35.000 años, cuando el Homo sapiens representaba
sobre las superficies rocosas de las cuevas o sobre la piel de los abrigos,
animales que cazaba.
Más tarde, los egipcios supieron valerse de este arte para
decorar las construcciones más imponentes de la historia; las pirámides.
Había pasado miles de años y el dibujo había evolucionado
substancialmente. Se había pasado de la composición monotonal
y estática de la prehistoria al equilibrio, minuciosidad y colorido
de las representaciones teológicas en templos y santuarios.
Habría que avanzar hasta el S.VI a.C. para encontrar, en los
griegos los máximos representantes del equilibrio en el dibujo.
Preocupados por centrarse en la expresión cándida humana,
la despojan de todo abalorio o connotación sobrenatural, consiguen
centrarse y obtienen las proporciones consideradas armónicas hasta
el momento. He aquí la unidad y avenencia entre la realidad y la
figura.
Los
romanos, 500 años después aportaron la diversidad que
faltaba. Mantener otro imperio sobre un territorio tan extenso precisaba
de un ejercito y una disciplina ejemplar para subyugar a tantas culturas
diversas sobre el mismo mando. Eso, facilitó, en cierta parte, el
abandono de lo artístico y ornamental para acercarse a una doctrina
más práctica y útil para esa época; hacían
falta sólidas edificaciones con las que mantener la autoridad sobre
los continuos ataques de los invasores. Obtuvieron en el dibujo el medio
para reflejar lo que serían las próximas construcciones. Surgieron
los primeros planos y con ellos nació la arquitectura. El dibujo
técnico ya precisaba de mayor técnica y conocimientos matemáticos
que lo que se había forjado hasta el momento.
De la Edad Media, S.VIII-S.XV, es donde se conservan un numero mayor
de obras integras. Durante esta etapa predomina las representaciones vivaces.
Vuelve a imponerse la espectacularidad y los aderezos, sin dar oportunidad
a actuar al color; simplemente es el trazo el encargado de marcar el detalle.
La invasión árabe introduce un revolucionario soporte para
el dibujo y la pintura: el papel. Invención china que facilitará
que la ilustración deje se ser una actividad exclusiva de monjes
sobre pergaminos de cañas y piel, para convertirse en algo más
alcanzable para la población. Es a partir de ese momento cuando se
puede manifestar el fulgor del color. Cabe destacar, también, la
introducción al uso de la pluma metálica o la tinta como la
conocemos actualmente.
Desde
Italia y avanzando entre la etapa gótica, segunda mitad del S.XV,
el Renacimiento se desarticula de lo religioso. Ahora lo importante
es reconocer la belleza y saberla expresar. Basándose en la civilización
artística grecorromana (renace lo antiguo), vuelve a imponerse lo
natural y escueto. Los magnates se dejan reflejar sus bustos en multitud
de retratos. De la mera decoración arrinconada, el desnudo femenino
empieza a adueñarse de los temas principales en las creaciones y
se vuelve al estudio de la figura humana. El dibujo asciende a lo volumétrico
gracias a las nuevas técnicas de coloreado. El juego de luces y sombras,
junto con la perspectiva, acerca aún más la realidad al dibujo.
Una manifestación de artistas demuestran este nuevo desarrollo: el
Greco, Miguel Angel, Sandro Boticelli, Leonardo da Vinci.
Éste último destaca sobre los demás por su afán
de investigación. Recoge bajo sus obras estudios de anatomía,
invención de artilugios y una nueva manera de utilizar la iluminación
en el dibujo. El esfumato disipa la línea cerrada del contorno del
dibujo para aumentar de profundidad y con ello, lo que se persigue desde
entonces: el acercamiento a lo natural. Por tanto el dibujo deja de ser
algo espontáneo y subjetivo para convertirse en una verdadera disciplina.
El Barroco, que se estira hasta el S.VII, utiliza hasta la exageración
todos los
recursos aportados durante
el Renacimiento para expresar desde la calamidad de la pobreza hasta lo
fastuoso de la riqueza. Se rompe le rectitud y la uniformidad en
las representaciones pictóricas y se intenta al máximo conmover
y atraer al espectador.
A partir del S.XIX se rompe la continua uniformidad que había
seguido el dibujo y se bifurca en multitud de estilos: romanticismo, realismo,
impresionismo, expresionismo, fauvismo, cubismo, futurismo, surrealismo...
No obstante, todos ellos utilizan lo aportado hasta la fecha como herramienta
para expresar nuevos enfoques de la sociedad que están viviendo.
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